Justo en su posesión presidencial
en 2010, el presidente Santos hizo propio un discurso que había olvidado desde hacía
10 años, desde que se incluyó en la propuesta política de la “Tercera Vía”
proclamada como tendencia dentro del marco de la socialdemocracia, discutida el
año 1999 y presentada oficialmente por Tony Blair en su discurso en el XXI
congreso de la Internacional Socialista. Aunque la tercera vía se venía
postulando teóricamente, concretada y caracterizada por Giddens, no se había
convertido en un postulado Político sino hasta finales de los años 90.
El 2010 fue al parecer, el año en
que aterrizó en Colombia dicha teoría, que se define como una síntesis entre el
capitalismo y el socialismo. Aunque es dentro de la socialdemocracia que se
crea esta concepción, termina acercándose en la práctica a los conceptos
neoliberales. Según Giddens, la “Tercera Vía” es la renovación de la
socialdemocracia y la humanización del sistema Capitalista.
El presidente Santos, en el
momento de proclamar su mandato desde la “Tercera Vía” rompió definitivamente
los lazos que lo unían con su antecesor, y es claro que, Colombia avanzó
sorpresivamente en unos aspectos que anteriormente no eran discutidos. Sin embargo, esta proclama no era lógicamente,
el embargo de la política Neoliberal o de un salto desde la derecha a la
izquierda, fue la verdad un giro muy corto que no le acerco siquiera
al liberalismo de centro.
Veamos:
El presidente Santos, fungió a
principios de la década de los 90’s como un socialdemócrata, con una importante
combinación de liberalismo económico aperturista. Inició siendo ministro de
comercio exterior de Cesar Trujillo gracias a su vinculación al Partido
Liberal. Formado en la mejores Universidades del mundo,
nunca olvido su posición clasista dentro del orden social colombiano. La Tercera
Vía para Santos, fue un puntillazo estratégico en momentos en que gobernaba un
conservador desde 1998 hasta el 2002, acercándose de manera abierta al gobierno
presidido de Andrés Pastrana, siendo nombrado como ministro de Hacienda.
A la
llegada de Álvaro Uribe Vélez al poder, un derechista disfrazado de liberal
Independiente, Juan Manuel Santos decidió retirarse del partido liberal para
acompañar al nuevo Presidente, aglutinando a todas las fuerzas Uribistas ( conservadores
y liberales de derecha) en un solo “bloque”, en el partido de la U para el 2005.
Esto le valió para ser ministro de defensa
en el 2006 hasta el 2009, momento en que se conocieron los crímenes más
escandalosos que pudo haber cometido el Estado: ejecuciones extrajudiciales
patrocinadas por el afán de resultados conocidas como falsos positivos. A partir de 2009, luego de su renuncia como
ministro de defensa, se dedicó a la campaña por la presidencia de la República,
gracias a que un fallo histórico de la Corte Constitucional le impidió a Uribe
permitirse ser nuevamente candidato presidencial. La propaganda de medios a
favor de Uribe, promovida por fuertes grupos de poder económico del País y
extranjero, bajo la idea de la “seguridad democrática” inclinó la balanza abiertamente
hacia el candidato del Uribismo, Juan Manuel Santos.
Nuestro gobierno será de “Tercera
Vía” exclamó Santos en su primer discurso como presidente, pero en la práctica
a los colombianos nos faltaría ver con que se come esa idea “nueva” que rompía
con el carácter del gobierno de Uribe.
Llegó entonces el momento, vimos
como inició una reforma del Estado, el restablecimiento de las relaciones con
otros países Latinoamericanos, el comienzo de los diálogos para poner fin al
conflicto armado, la puesta en marcha de “gobierno en línea” y la “Urna de cristal”,
los allanamientos a la corrupción en varias entidades del Estado, el discurso
moderado, la discreción y el uso de las delegaciones o comisiones delegatarias
para dirimir contradicciones sociales. ¿Pero es enserio un gobierno de Tercera Vía?
Si lo vemos desde el punto de vista del Uribismo, es una clara traición a sus
postulados y un acercamiento al discurso socialista o progresista
latinoamericanos. Quienes analizamos
esta situación desde la otra orilla, notamos un cambio, solo en el carácter de
gobierno, más no en la profundidad de los hechos, es decir, en una Política
afectivamente constructiva desde lo social y lo económico.
Mientras se reforma el Estado,
las empresas extranjeras continúan devorando nuestros recursos; mientras se
agiliza el servicio burocrático, se firman TLC en detrimento de la producción nacional;
mientras se modera el discurso se reprimariza la economía; mientras se delegan
funciones se siguen privatizando los derechos y vendiendo el patrimonio
nacional. Esto hace que, en términos sencillos, se desdibuje la idea de un
gobierno “liberal Progresista”, en el que un fuerte capitalismo y una
regulación escasa, permite mayor desigualdad y desempleo, informalidad y menor
acceso a los derechos básicos.
La discusión hoy, cercanas las
elecciones con la aventurada participación del “centro democrático” no es sobre
aspectos definitorios de carácter dialectico. Antonio caballero escribe, “Aunque sea ideológica, la pelea no es entre
derecha e izquierda, sino entre dos matices de la derecha: la arcaica, rural y
violenta y la moderna, urbana y no violenta” y ahí, no cabe la supuesta “Tercera
Vía” de Santos.
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