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domingo, 30 de marzo de 2014

No está bien, o no parece ser coherente que como ciudadanos Colombianos nos arropemos con el derecho inmaculado de opinar sobre nuestros vecinos Venezolanos y cuestionar su democracia cuando en nuestro país ese argumento está más que en crisis.

La excesiva compulsión de los medios de comunicación aliados a intereses Imperiales y económicos de los empresarios que han hecho fortunas a costillas de los Estados Coloniales y Repúblicas semi-feudales apenas del siglo pasado en América Latina, ha logrado arrastrar una opinión desfavorable de la dinámica político-popular venezolana. 

Si bien, existen errores y fallas que son evidentes en todo sistema, la orientación discursiva que se opone al modelo democrático que ha venido desarrollando la propuesta bolivariana en Venezuela, está ligada a la manifestación espontanea de un grupo político que se vio huérfano de un Estado que por décadas los vio convertirse en los reyes y príncipes de una sociedad arrastrada a la miseria y a las migajas del presupuesto Nacional.

La llegada de Chavez acabó para gracia nuestraAmericana, las tormentas financieras que caían cada vez en Venezuela como en los demás países de la región, la salvación económica de las bancas internacionales llegaba con el beneplácito de cada gobernante vende patria,  a recuperar de la crisis que ellos mismos habían promovido a su propio sistema económico. 
Retomando la línea del título, un solo hecho es basta para demostrar que nos falta autoridad moral para cuestionar nuestro hermano país y sus decisiones, pues tal y como lo manifiestan nuestras elecciones, alrededor del 60% de los colombianos no cree ni participa en el sistema electoral y está desencantado de la “democracia”, mientras que en Venezuela es todo lo contrario, alrededor del 60% de las personas participan de comicios electorales. Es una cifra que convierte en ilegitimo nuestro sistema y legitimo el de nuestro vecino. 
Se hace problemático para algunos opinadores el hecho de que esté “polarizada” la sociedad Venezolana, lo muestran como un riesgo grave, pero al mismo tiempo sustentan que existe una Dictadura. Estas contradicciones muestran que solo existe un afán de desprestigio sin fundamento, pues ¿qué más valioso en una democracia republicana que una sana polarización? No sé que puedan pensar los colombianos sobre el unilateralismo, la mono politización de los gobiernos que nos impusieron desde la llegada del frente Nacional que a todas luces se muestra de carácter hegemónico y antidemocrático “legalizado” en unas elecciones evidentemente favorables a la ideología de las clases dominantes.
Entonces, ¿por qué no cuestionar nuestra frágil democracia, esta real y cercana crisis de representación?   

M. Alejandro Lemus 
Twitter @alejoelzurdo

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