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sábado, 1 de marzo de 2014

No hay que negar que existe un respaldo electoral para los políticos de la derecha Norte Santandereana, pero ojo, recalco la palabra respaldo electoral, haciendo diferencias entre éste y la convicción del apoyo popular y político genuino.
  
La hegemonía de la derecha conservadora no es nueva, sin embargo algunas prácticas rediseñadas que podría suponer un nuevo tipo de hacer política en el departamento, en los hechos pragmáticos demuestran una idéntica y permanente batalla por el poder regional como herramienta de despojo, dispersión de la lucha popular, legitimación de un Estado promotor de la desigualdad y la permanencia de intereses contrarios a los deseos de la población.  

Lo anterior, como estructura de un fuerte pensamiento ideológico  fundido dentro de los sistemas estatales e institucionales, impulsado por una burocracia burguesa,  los tecnócratas del establecimiento,  las familias poderosas del departamento,  empresarios y contratistas locales que viven del presupuesto público y que a su vez patrocinan campañas electorales. 

La mayoría de las curules en NS las lleva el conservadurismo, con cupos para el partido de la U y los Liberales, que en últimas representan las mismas intenciones y las mismas proyecciones políticas tradicionalistas. Esa hegemonía afianzada en la actualidad cuenta con un componente de endurecimiento financiero: la repartición del presupuesto nacional que busca cohesión parlamentaria a toda costa.  Toda la derecha Norte Santandereana e incluso aquellos que buscan votos en Ocaña tienen una característica especial, han sido beneficiados con los extintos auxilios parlamentarios que quiebran la democracia facilitando la corrupción y el financiamiento electoral a través de millonarios contratos traídos por rubros de regalías u otras dependencias nacionales. Es así como, peligrosamente los “legisladores” se convierten en ordenadores del gasto público, evidente donde tienen en su bolsillo Alcaldes complacientes como por ejemplo en la ciudad de Ocaña. 

La derecha intenta siempre evitar en profundidad un debate abierto, busca que la política se interprete como un ejercicio de papel (voto) y profundiza el modelo representativo, es decir, dispersión de la organización popular y de las prácticas sociales colectivas, para engrasar el camino de la victoria negociando uno a uno el respaldo electoral fugaz que con la compra, la obligación laboral, la dependencia contractual, la fiesta, el sancocho y el engaño orientan la elección final del ciudadano de a pie. 

En Ocaña, el caudillismo electorero y gaseoso que representa Ciro Rodríguez, entendiendo que gran parte de la población dará su voto por la simple razón de ser “Ocañero” es una muestra de esa trivialidad que protagonizan los políticos de derecha, que sin más ni más, se encajonan en sus curules sin que la justicia social y popular les haga rendir cuentas.

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